En el marco de la Cumbre de Davos (Suiza) del año 2016, surgió un nuevo concepto en el mundo de los negocios, la política y la economía: la denominada Cuarta Revolución Industrial. Este término, acuñado por Klaus Schwab –presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial-, hace referencia a cómo una combinación de tecnologías está cambiando la forma en que vivimos, trabajamos e interactuamos los seres humanos.
Presenciamos una era en la cual están ocurriendo cambios a velocidades nunca antes presenciadas en la historia de la Humanidad. Como bien lo señala Schwab, un rango de nuevas tecnologías están fusionando las esferas física, digital y biológica. Lo anterior implicará enormes transformaciones no solamente en el orden económico mundial, sino además en las sociedades en que vivimos. En la reunión de este año en Davos, el tema fue nuevamente uno de los más relevantes en la agenda de discusiones de los grandes líderes, empresarios y personalidades más influyentes a nivel global.
El internet de las cosas, la inteligencia artificial, la biotecnología, el big data y los vehículos autónomos hacen parte de este grupo disruptivo de tecnologías que están teniendo un carácter fundacional en prácticamente todas las industrias de los países. Esta profunda transformación económica no afecta únicamente a los países del primer mundo. A pesar de que la gran mayoría de nuestras economías latinoamericanas continúan siendo extremadamente dependientes de la producción y exportación de commodities, sin ningún valor agregado, la Cuarta Revolución Industrial está impactando ya el mercado laboral, las industrias y las sociedades de nuestro continente.
Jack Ma, presidente ejecutivo del poderoso Alibaba Group, señalaba recientemente en una entrevista que solo a través de una transformación de la educación sería posible que nuestros hijos compitan con las máquinas. Sundar Pichai, presidente de Google, explicaba cómo la inteligencia artificial es el invento más importante de nuestra era, adquiriendo más importancia que la electricidad o el fuego para los humanos. ¿Están entonces nuestros colegios, universidades e institutos técnicos y tecnológicos teniendo en cuenta este entorno que cambia a velocidades exponenciales? ¿Estamos formando a nuestros hijos en aquellas competencias y habilidades que les permitirán desempeñarse en una sociedad tan distinta como la que implica la Cuarta Revolución Industrial?
Tenemos en todos los países de nuestra región una imperiosa necesidad de adaptar nuestros currículos, pedagogía y proyectos educativos para que incorporen las denominadas Habilidades del Siglo XXI. Necesitamos contar con el capital humano calificado que logre, además, transformar las estructuras de las conomías latinoamericanas para asumir este desafío. En el marco de una agenda de investigación adelantada por prestigiosas universidades norteamericanas, la OCDE y el Foro Económico Mundial han definido estas habilidades como aquellas destrezas desarrolladas principalmente a través del aprendizaje socio-emocional (Social and Emotional Learning). Se trata, entonces, de impulsar ahora el desarrollo de competencias tales como el pensamiento crítico, la creatividad y las habilidades de comunicación y de trabajo en equipo. De forma paralela, el concepto hace alusión a propiciar el crecimiento en características de la personalidad tales como la curiosidad, la iniciativa, la persistencia, la adaptabilidad el liderazgo y la conciencia social e intercultural. En una coyuntura donde los robots y las máquinas están ya reemplazando a los humanos, son estas –precisamente- las competencias y habilidades que las máquinas no podrán realizar. Es aquí donde radica nuestra "ventaja comparativa".
Desde la misma educación temprana y pasando por todas las demás fases, requerimos con urgencia una gran transformación de la educación en América Latina. Necesitamos incorporar didácticas basadas en la indagación, la resolución de problemas e incluso metodologías que permitan a los estudiantes desarrollar características de su personalidad. Sectores tales como los de la salud, educación, transporte y las finanzas –por solo mencionar algunos- están experimentando poderosas transformaciones.