Alguien en una bicicleta se me acerca por detrás. Como ciclista apasionado, inmediatamente reconozco el sonido. El zumbido suave de la cadena señala la presencia de un competidor que se cierra sobre mí. Ahora, estoy montando cuesta arriba. Y estoy sudando mientras pedaleo con mayor ímpetu. A medida que el sonido crece, siento que mi oponente se aproxima. Finalmente me alcanza en mi propia "cancha”, en mi montaña. Y para mi sorpresa: no es un profesional entrenado, sino un señor mayor. Él está sentado recto, pedaleando tranquilamente y ni siquiera sudando. A diferencia mía, no está montando una bicicleta de carreras; el señor está montando una bicicleta de montaña. Pero claro, con un motor eléctrico unido a ella. Él me saluda con una sonrisa y sigue. Con mi orgullo de ciclista herido, acomodo mi bicicleta, empiezo a pedalear fuera de la silla y entro en modo carrera para perseguirlo. Lo alcanzo y soy el primero en llegar a la cima de la montaña. Totalmente sin aliento. ¡Malditas bicicletas eléctricas! ¡Maldita tecnología!
Las bicicletas eléctricas y los pedelecs (bicilecs), otra variación de las bicicletas motorizadas, han rejuvenecido la antigua y clásica bicicleta. Los pequeños motores eléctricos proporcionan de 250 a 500 vatios de potencia de pedal adicional. Eso significa que un jubilado puede montar una montaña tan rápido como alguien como yo, que cubre 12.000 kilómetros al año usando mis propias piernas.
Así, no es de extrañar que alrededor de 1,5 millones de bicicletas eléctricas se vendan cada año en la Unión Europea, con un gran crecimiento: el número se ha multiplicado por diez en la última década. La bicicleta, un vehículo que las sociedades prósperas ven como una reliquia de un tiempo previo a los coches, está de vuelta. Ahora, 200 años después de que Karl Drais recorriera la ciudad alemana de Mannheim con su extraña máquina, la bicicleta sigue siendo un importante medio de transporte. Algunas estadísticas incluso muestran que es el medio de transporte más utilizado en el mundo. Y hay una buena razón para que su popularidad siga subiendo.
Las bicicletas representan el espíritu de la época
La bicicleta ha continuado evolucionando desde sus orígenes en el taller de Karl Drais. Con los años, la máquina de dos ruedas se ha adaptado a las preferencias y necesidades sociales. Ha pasado por muchas transformaciones: ha sido una invención llamativa con una rueda delantera gigante, un transportador militar, un aventurero fuera de carretera, un corredor aerodinámico de alta velocidad y ahora, un vehículo motorizado multipropósito que transporta gente o mercancías. Charles Darwin se habría divertido analizando las diversas fases evolutivas de la bicicleta.
Cuenta la leyenda que la bicicleta fue inventada en respuesta a un problema socio-histórico. Una erupción volcánica en 1815, en lo que es la actual Indonesia, llevó a un desastre climático global. Como resultado del fracaso de las cosechas y del hambre que se produjeron en ese invierno, la gente comenzó a comer carne de caballo, causando una drástica disminución en el número del animal y, por lo tanto, una pérdida de un importante medio de transporte. La invención de Drais pronto llenó la brecha.
Ahora, la historia puede estar a punto de repetirse. Un agotamiento de los combustibles fósiles, las altas emisiones de gases de escape, las consecuencias del cambio climático y la falta de espacio en las grandes ciudades dará lugar a un renacimiento de la bicicleta. Las bicicletas necesitan poco espacio para operar; la infraestructura necesaria es mucho más barata en comparación con lo que se requiere para los coches.
Las bicicletas también satisfacen una necesidad humana básica para la movilidad individual. Si usted conmuta en coche, probablemente ha notado que solo una persona normalmente ocupa un vehículo. Muchos viajeros ya están cambiando a la más económica de dos ruedas y la tendencia está en alza. Dos tercios de los conductores de automóviles en Alemania contemplan la posibilidad de montar sus bicicletas con más frecuencia.
Las bicicletas simbolizan tanto el pasado como el futuro. Y ahora, gracias a las bicicletas eléctricas, pueden llegar estas a ser más rápidas que antes–aunque esta sea una idea a la que aún deba acostumbrarme–.