El déficit de infraestructura es uno de los factores históricos que más ha limitado la productividad y la competitividad de América Latina. Esta situación se registra tanto en las iniciativas nacionales como en las regionales, pero son estas últimas las que tienden a estar menos desarrolladas.
De hecho, la provisión de infraestructura de integración enfrenta los retos propios de todo proyecto de infraestructura, pero a la vez se suman otras dificultades que ralentizan su ejecución; se trata de proyectos que conllevan largos periodos de gestación y maduración, y que suelen precisar acuerdos al más alto nivel entre países. A este esfuerzo mayúsculo de planificación consensuada se suman espacios presupuestarios acotados, y todo ello contribuye a que la implementación de proyectos de infraestructura de integración no necesariamente cuente con los mismos apoyos políticos que otros proyectos domésticos.
Ante esta realidad, la iniciativa IIRSA-COSIPLAN, surgida en el año 2000 como resultado de la Primera Cumbre de Presidentes de Suramérica de Brasilia, pretende justamente definir una agenda de proyectos de infraestructura de integración consensuada al más alto nivel. A partir de la aplicación de un enfoque metodológico que posibilita mapear Suramérica en ejes de integración y desarrollo –con enfoque territorial amplio–, la iniciativa contribuye a comprender mejor la vinculación entre las distintas infraestructuras de la región y, a partir de dicho entendimiento, avanzar hacia una agenda común de proyectos de inversión en los sectores energía, transporte y telecomunicaciones. Este foro ha recibido desde el inicio el apoyo de CAF, BID y Fonplata, no solo a través de una constante asistencia técnica dirigida a dinamizar la agenda, sino de financiamiento para más de 70 proyectos de la cartera priorizada por la iniciativa.
No obstante este loable esfuerzo de planificación, la implementación de la agenda de IIRSA no ha observado el ritmo de ejecución deseado. En su recorrido ha tropezado con crisis económicas y fiscos sin holgura suficiente, además de algunos vaivenes políticos que han afectado su desempeño normal. A la fecha, la cartera de proyectos de la iniciativa suma USD 199 mil millones, con 562 proyectos de infraestructura, de los cuales se ha concluido un 25%, un 30% se encuentra en ejecución y un 45% se encuentra aún a nivel de perfil o prefactibilidad.
Un análisis parcial de la integración física regional evidencia avances en cuanto a la interconexión de infraestructuras, pero el reto pendiente consiste en avanzar efectivamente en integración, concepto por definición más profundo que la sola vinculación física de infraestructuras aisladas.
En este contexto, la implementación de la agenda de integración de América Latina muestra desempeño heterogéneo según el sector, evidenciándose avances importantes en energía y mayores rezagos en transporte y telecomunicaciones. En energía, es aún pertinente explotar mayores complementariedades entre las matrices energéticas de la región, con el objetivo último de favorecer una matriz global más limpia, mitigando así el acelerado proceso de carbonización promedio de América Latina. En transporte, por su parte, resulta pertinente desarrollar corredores logísticos de integración que posibiliten optimizar la funcionalidad de la infraestructura, impactando positivamente en la productividad de nuestras cadenas de transporte. En telecomunicaciones, las conexiones entre los países de la región pivotean, en gran medida, por América del Norte, lo cual afecta la latencia de la red y el costo de provisión del servicio, atentando de esa manera contra una equitativa asequibilidad universal del servicio.
El reto, en adelante, es acelerar la implementación de una agenda de infraestructura que contribuya a la integración de América Latina. La respuesta nos induce a concluir que para superar esta situación es necesario apoyar el proceso de toma de decisiones de los representantes públicos, favoreciendo un mejor entendimiento de las implicaciones de medio y largo plazo de implementar proyectos transnacionales. Al fin del día, son los representantes públicos quienes tienen en sus manos la priorización de este tipo de infraestructuras de largo aliento.
Para lograr una integración eficiente de las infraestructuras, los gobiernos de la región deberán priorizar esta agenda. Y para favorecer dicho proceso de decisión es pertinente una mirada altamente especializada que posibilite analizar si la incorporación de innovaciones o cambios tecnológicos en el proceso de provisión de infraestructuras de integración permitiría reducir costos, potenciar impacto, o hacer a un proyecto más amigable con el medio ambiente.
Una buena oportunidad para consensuar posturas sobre el tema y coordinar esfuerzos regionales es la Conferencia CAF: Infraestructura para el desarrollo de América Latina, que reúne en Buenos Aires, el 25 y 26 de abril, a gobiernos, sector privado y sociedad civil para establecer una hoja de ruta que derive en infraestructuras inclusivas que promuevan la integración funcional de América Latina.