Mundialmente, el impacto de la generación millennial ha permeado distintos aspectos de nuestra sociedad. Desde su temprana relación con la tecnología, hasta cómo construyen relaciones interpersonales o la forma en que se comportan en diferentes entornos laborales. Hombres y mujeres que forman parte de este grupo etario, han provocado cambios de paradigmas profundos. Uno de ellos, quizás del cual menos se habla en términos generales, está relacionado con su alimentación.
Según los datos que arrojó un estudio realizado por la consultora Nielsen, en 2016, el 81% de los millennials está dispuesto a pagar más por un producto premium, con beneficios para su salud, mientras que el 36% prefiere alimentos orgánicos, el 27% elige aquellos sin cafeína y el 23% opta por los que no tienen gluten. Estos números nos muestran, en líneas generales, que el comer bien tiene relación tanto en términos de sabor como en los ingredientes que son utilizados para su elaboración. Alimentos bajos en grasas, orgánicos, sin azúcares añadidos o los llamados snacks saludables, están incluidos en una larga lista de atributos que deben ser observados con atención.
De la misma forma, como parte de un mundo que está en permanente movimiento, y en donde aquellas colaciones “on the go” han tenido un alza de 54%, de acuerdo a las predicciones realizadas por Mintel para 2017, los miembros de esta generación continuarán buscando productos que satisfagan, además de su hambre, aspectos relacionados con la protección del medio ambiente o que se encuentren bajo el concepto de Comercio Justo. De esta manera, este grupo se transforma cada vez más en uno altamente exigente y que sabe con certeza lo que quiere en términos de calidad y precio.
En Chile, hemos visto diversos emprendimientos -desde restaurantes vegetarianos y veganos, hasta productores de alimentos saludables- que apuntan a responder a esas necesidades de los millennials. Es por eso que nos vemos en la obligación de escuchar lo que estos hombres y mujeres nacidos, entre 1980 y 2000, tienen que decir. Y en este sentido, debemos seguir destinando esfuerzos y recursos para sacar al mercado más y mejores alternativas.
La conducta que los millennials están teniendo frente a lo que comen, es una gran oportunidad para replicarla hacia el resto de la población. Si pensamos con detención, la posibilidad de acceder a comida sana y saludable no debe ser un derecho exclusivo de un grupo de la sociedad, sino una alternativa abierta para quien quiera dar un giro y tomar un nuevo camino de salud y bienestar, sin sacrificar el paladar. Desde la industria, debemos ser capaces de seguir investigando en esas alternativas para contar con personas sanas, felices y bien alimentadas.