Invertir en acciones de empresas de baja capitalización bursátil siempre ha sido riesgoso porque se trata de compañías más volátiles en sus ingresos, con tasas de crecimiento altas pero erráticas, que generalmente no pagan dividendos y cuyos flujos de fondos libres no siempre son montos grandes ni constantes. Además, este tipo de acciones suelen ser inversiones para aquellos inversores pacientes, es decir para aquellos que están dispuestos a esperar que estos papeles maduren, dado que ofrecen mayores posibilidades de brindar ganancias en el largo plazo.
Pero a veces el riesgo paga y ofrece su recompensa a los inversores que apostaron por ellas: en las últimas semanas, las empresas de baja capitalización bursátil festejaron el triunfo de Donald Trump en los Estados Unidos debido a que una aceleración en la tasa de crecimiento de ese país, enfocado en la construcción de obras de infraestructura y en empresas industriales, las beneficiará directamente, más allá del incremento en las tasas de interés que se está produciendo.
Para ver su evolución, se puede analizar la evolución del ETF de un índice empresas más amplio que agrupe no solamente a las empresas más grandes, sino también a las medianas y chicas. El más seguido es el iShares Russell 2000 (IWM). Son 2000 empresas en lugar de 500.
El tradicional índice S&P 500 es solamente uno de los tres índices de empresas, dado que también se encuentra el S&P 400 de las firmas de mediana capitalización (medium caps) y el S&P 600 de las pequeñas compañías (small caps).
El SPDR S&P 600 Small Cap ETF (SLY) es el instrumento que replica la inversión en empresas de baja capitalización bursátil.
Medir a una empresa por su capitalización bursátil nunca es una tarea que debe terminar allí, porque la capitalización bursátil es simplemente un dato que nos dice cuánto vale su capital accionario, y no si tiene buenos fundamentos o no, o si el tamaño de mercado es el apropiado en relación a alguna variable operativa. Tampoco nos dice algo sobre su deuda ya que solo mide el tamaño del capital accionario, que se calcula tomando en cuenta la cantidad de acciones multiplicada por su precio. Es decir que no se puede inferir a través de la capitalización bursátil si la empresa está endeudada o no: solamente provee una información acerca del tamaño del paquete accionario. Representa cuánto vale una empresa en el mercado o, lo que es lo mismo, cuanto valúa el mercado el paquete de todos los accionistas, tanto las acciones del grupo controlante los como inversores minoritarios y el capital que flota en la bolsa, si se trata de una empresa abierta o pública.
Es importante mencionar que cuando hablamos de acciones, la palabra “valor” puede significar varias cosas:
1) Valor nominal de una acción: surge de dividir el capital social de la empresa entre el número de acciones emitidas. Es un valor sin mucha relevancia en términos económicos, pero sí en términos contables.
2) Valor de mercado de una acción: es el precio de cotización de la empresa en el mercado de valores, resultado de la oferta y la demanda, que varía continuamente mientras cotice.
3) Valor de mercado de una empresa: es la capitalización bursátil, es decir el precio de cotización de una acción multiplicado por el número de acciones emitidas. Si hay varias clases de acciones, se deben tomar todas, es decir: se deben sumar las distintas partes del capital accionario (las acciones preferidas también).
Las empresas de baja capitalización bursátil son llamadas “smallcaps”. No solamente son empresas más volátiles, sino que tienen menor información en los medios especializados, o al menos con menor cobertura por parte de los analistas de mercado.
Si hay algo que no les gusta a los mercados es la desinformación, por eso las compañías de gran capitalización bursátil, como las 30 empresas del Dow Jones, siempre han gozado de una mayor reputación.
Pero el tamaño no lo es todo, y las small caps suelen ser el ejemplo de empresas en las que existe mucho valor inexplotado, a costa de tener que experimentar la elevada volatilidad que poseen sus acciones.
Son empresas que se encuentran ubicadas en un lugar del mercado menos explotado y, debido a que los volúmenes negociados son menores, los precios son más volátiles que en el caso de las acciones líderes.
En síntesis, la inversión en acciones de empresas de baja capitalización requiere paciencia y agallas. Pero si realmente tiene valor, tarde o temprano el mercado lo reconocerá y las acciones de esa firma comenzarán a recibir el influjo de los inversores y la cobertura necesaria por parte de los analistas para ser tenidas en cuenta por todo el mercado.
Este es el momento de las empresas más chicas, y su rendimiento diferencial continuará si Trump hace lo que dijo que iba a hacer, que es otro tema que se debe tomar con mucho cuidado.
*Esta columna fue publicada originalmente en Sala de Inversión.