Como parte de la serie "El futuro del trabajo en América Latina y el Caribe", los autores Mariano Bosch, Carmen Pagés y Laura Ripani abordan en este documento gratuito la gran importancia que jugarán en el futuro las dos grandes tendencias que, en su opinión, moldearán el futuro del mercado laboral de la región: tecnología y demografía.
La irrupción de tecnologías fundacionales en nuestro entorno laboral y personal como blockchain, Inteligencia Artificial, robótica o Internet de las Cosas, han traído grandes beneficios de eficiencia y conectividad, sin embargo, cuando se habla del futuro laboral y la posibilidad de reemplazo de humanos por máquinas, las alertas se encienden y todos nos crispamos.
Una situación similar ocurre cuando surge la migración en el debate de los latinoamericanos, fenómeno conocido en la región latinoamericana con los ejemplos principales de venezolanos en dirección al sur y centroamericanos hacia el norte, y que en algunos personas provoca rechazo: la posibilidad de perder la estabilidad laboral y la armonía personal y familiar que siempre se atesora.
Interesados en estos temas, y como parte de la serie "El futuro del trabajo en América Latina y el Caribe", los autores Mariano Bosch, Carmen Pagés y Laura Ripani abordan en este homónimo documento gratuito la gran importancia que jugarán en el futuro las dos grandes tendencias que, en su opinión, moldearán el futuro del mercado laboral de la región: tecnología y demografía.
Asimismo, los expertos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) presentan además algunos datos relevantes para prender la mecha de la discusión sobre el futuro del trabajo y plantean acciones o estrategias que se pueden activar para enfrentar este escenario todavía incierto.
Para conocer más de este informe, AméricaEconomía le hizo las siguiente preguntas a Carmen Pagés, jefa de la División de Mercados Laborales del BID, y a Laura Ripani, especialista principal de la División de Mercados Laborales del BID, quienes contestaron lo siguiente, de forma conjunta:
-Tecnologías fundacionales como Inteligencia Artificial o Blockchain están ingresando poco a poco a las empresas de la región. Si se suma la necesidad general de contar con equipos de ciberseguridad, es ingente la necesidad de un nuevo capital humano, de nuevas capacidades y áreas de formación. ¿Ven un cruce efectivo en la región entre futuro laboral y foco educativo en la educación superior?
-Tradicionalmente, en la región ha existido una brecha importante entre lo que requiere el mercado laboral y lo que se enseña en la educación superior. Esta brecha se está abriendo en todo el mundo, producto de una aceleración en el cambio tecnológico, que está provocando cambios importantes en la demanda de habilidades: no solo se está incrementando la demanda de habilidades digitales avanzadas –Inteligencia Artificial, ciencias de datos o programación de software–, sino también la de habilidades sociales y de comportamiento. La educación superior en América Latina y el Caribe, como parte esencial del sistema de desarrollo de habilidades, ha aumentado mucho su cobertura, pero aún queda mucho por hacer para tener un sistema educativo superior que brinde oportunamente y con calidad las habilidades requeridas por el sector productivo.
-Con el llamado tsunami tecnológico y el envejecimiento de la población en América Latina, ¿ven opciones laborales o de desempeño para tercera y cuarta edad?
-Este es un gran reto para todo el mundo. La región deberá desarrollar más políticas para mantener a los trabajadores empleables durante más años, y al mismo tiempo adecuar el mercado laboral a las necesidades de trabajadores de más edad. También se deberán tomar medidas para asegurar que las personas puedan compatibilizar el cobrar una pensión -o una parte de ella- y seguir trabajando, así sea a tiempo parcial.
-No tienen una bola mágica de vidente, pero ¿cómo vaticinan la evolución de uno de los grandes temas regionales, la desigualdad, tomando en cuenta estos dos factores macro: envejecimiento y tsunami tecnológico en el sector productivo?
-Es muy probable que, en ausencia de una respuesta por parte de la política económica, ambos factores, el envejecimiento y el tsunami tecnológico, causen una mayor desigualdad. En la mayoría de los países desarrollados, el cambio tecnológico ha ido de la mano de un aumento de la desigualdad. Por razones que no están todavía muy claras, esto no ha pasado en América Latina y el Caribe, al menos no todavía, quizás porque este cambio tecnológico ha sido de menor intensidad, o quizás debido a que otros factores propios de la región están haciendo contrapeso a los efectos de la tecnología. Sin embargo, es probable que, a futuro, la tendencia hacia una mayor desigualdad domine. Por otro lado, el rápido envejecimiento de la población, en un contexto de bajo ahorro para el retiro, implica que muchas personas deberán sobrevivir más años de vejez con los mismos (bajos) recursos, aumentando así la incidencia de la pobreza en la vejez.