Con el retorno a la discusión del proyecto de reforma laboral en el Congreso mexicano, el país azteca se sumaría a una tendencia histórica que inauguraron Ecuador, Chile y Colombia.
La jornada laboral ha sido materia importante de conquistas sociales a lo largo de la historia. Durante el siglo pasado, alcanzar las ocho horas diarias en los países de Latinoamérica se materializó a través de reclamos y protestas de amplios sectores de la sociedad. Sin embargo, las generaciones pasaron y con ellas, surgieron nuevas demandas.
De esta forma, la jornada laboral de 48 horas semanales comenzó a ser vista como arbitraria, debido a que contemplaba la inclusión del sábado como día laboral obligatorio. Se trata de una realidad que se muestra como anticuada si se compara con los experimentos de los países europeos. Por ejemplo, a mediados de septiembre, 50 empresas alemanas aceptaron participar en un plan piloto que establece una jornada laboral de 32 horas semanales, que incluye solo cuatro días. Asimismo, desde hace más de seis décadas, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) recomienda que trabajar 40 horas semanales es el escenario más ideal.
ALCANCES Y OBSTÁCULOS DEL PROYECTO MEXICANO
En contraste, el Congreso mexicano se encuentra alistando un proyecto para reducir la jornada laboral de 48 a 40 horas semanales. Esta es una medida que cuenta con el apoyo de la fuerza laboral, así como la oposición de las pymes y organizaciones empresariales. Sea la postura, la Cámara de Diputados de México se encuentra tramitando el cambio del Artículo 123 de la Constitución Política, la base de la Ley Federal del Trabajo. De esta forma, se reducirá la jornada laboral, siendo la primera vez que se aprobara una iniciativa de este tipo desde la Revolución Mexicana en 1917.
El pasado martes, el proyecto entró en una nueva fase, luego que la Cámara de Diputados decidiera convocar un Parlamento Abierto para discutir los efectos que tendrá la reducción de la jornada en el ámbito legal. Esta figura no implica una paralización del proyecto, sino una revisión antes que la iniciativa sea trasladada al Pleno de la Cámara Baja mexicana para ser discutido y así ser finalmente aprobado o rechazado. No obstante, el Senado mexicano todavía no se ha pronunciado sobre la medida. Este silencio podría derivar en una eventual negativa, algo que ya sucedió en la Cámara Baja el pasado abril. Por aquel entonces, el propio Pleno de los Diputados rechazó el debate de la reforma laboral, presentado por el partido oficialista MORENA, sin ni siquiera revisar el documento.
ECUADOR Y CHILE: PIONEROS EN DISTINTAS ÉPOCAS
Si finalmente se aprueba la reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales, México se convertiría en el tercer país de América Latina en aprobar esta medida trascendental. El primero en dar el salto fue Ecuador. Sorprende saber que el Congreso del país sudamericano aprobó la reducción de la semana laboral de 44 a 40 horas en 1980. La iniciativa finalmente fue ratificada en 1997 con la introducción de un nuevo Código del Trabajo. En el documento, se establecía que la jornada máxima era de ocho horas diarias para que así, no excediera las 40 horas semanales, salvo por disposición de la ley en contrario.
Por otro lado, si comparamos la jornada oficial con el número de horas de trabajo efectivo, Ecuador también sale bien librado: allí, los empleados trabajan un promedio de 34,5 horas semanales y solo es superado por Panamá, país donde se trabaja unas 34,1 horas. La otra cara de la moneda es representada por México: el país azteca registra 42,1 horas semanales de trabajo efectivo y en Latinoamérica, ocupa el segundo lugar tras El Salvador (43,4 horas semanales).
Si buscamos analizar reformas laborales recientes, Chile salta a la vista. En abril de 2023, el Congreso bicameral le dio luz verde a la propuesta de reducir la jornada laboral semanal de 45 a 40 horas. No se trata de una propuesta inmediata: las horas de trabajo se reducirán gradualmente en un plazo de cinco años: Para 2024, la jornada disminuirá a 44 horas semanales; en 2026, el límite será de 42 horas y finalmente, en 2028, se alcanzará la meta de 40 horas. La ley de reforma, aprobada por unanimidad en el Senado chileno, contempla la posibilidad de trabajar cuatro días y descansar tres. En comparación, la ley actual impone una cuota mínima de cinco días laborales.
Asimismo, el proyecto incluye la posibilidad de trabajar un máximo de cinco horas extra por semana, mientras que hoy se pueden cubrir hasta 12. Otra diferencia importante es que la reforma le permitirá a los empleadores organizar el tiempo laboral en semanas comprimidas. De esta manera, se abre paso a un formato de cuatro días laborales y tres de descanso, con jornadas de 10 horas diarias. En la misma línea, se incluyen horarios diferenciados de ingreso y salida para padres o madres de hijos menores de 12 años y un banco de horas extra para ser intercambiadas por días adicionales de descanso. Todas estas figuras podrán ser aprobadas previo común acuerdo con los empleados.
Por otro lado, al igual que en Ecuador, la jornada laboral efectiva en Chile también se encuentra en el podio positivo de la región: el país austral alcanza unas 36,8 horas laborales semanales, hallándose en el quinto lugar del ránking de la OIT. Una cifra que se espera que continúe en descenso tras la puesta en marcha de la nueva ley. Como dato adicional, la aprobación también conlleva que Chile se incorpore a la tendencia que siguen la mayoría de los 38 países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), donde la jornada laboral semanal también se halla en 40 horas.
LA LEY 2101 EN COLOMBIA
La reforma de la jornada laboral en Colombia se muestra peculiar, porque apunta a alcanzar una meta más moderada: pasar de 48 a 42 horas semanales. Sin embargo, la Ley 2101 que contiene el proyecto se parece a su símil chileno en un elemento esencial: la desescalada gradual. De esta forma, a partir del 15 de julio de 2023, la jornada laboral colombiana pasó de 48 horas semanales a 47 horas. Así se aplicó la primera de cuatro reducciones anuales que finalizarán en 2026. Supone también el punto de partida para la mencionada ley, aprobada originalmente en 2021 durante el gobierno de Iván Duque. Los siguientes cambios implican que para 2024, se trabaje 46 horas semanales; en 2025, 44 y finalmente, en 2026, se alcance la meta de 42.
Cabe resaltar que la disminución de las horas semanales no incluye una reducción del salario o las prestaciones que reciben los empleados. Tampoco supone que los empleados renuncien a sus obligaciones previas. La Ley 2101 implica una distribución de la jornada laboral semanal acordada entre trabajador y empleador en cinco o seis días a la semana. A su vez se debe garantizar al menos un día de descanso para el empleado. Mientras que el número de horas trabajadas puede variar según el día con dos topes establecidos: un mínimo de cuatro horas y un máximo de nueve horas diarias.
Como apartado clave, el nuevo estatuto incluye entre las excepciones a todos los trabajos que el Gobierno colombiano cataloga como insalubres o peligrosos. En esos casos, la ley puede ordenar la reducción de la jornada laboral tras establecer un dictamen. Por otra parte, los menores de edad autorizados para trabajar (mayores de 15 y menores de 17 años) solo podrán llevarlo a cabo en una jornada diurna que no pase las 8:00 pm, con un máximo de seis horas de labores diarias y 40 semanales.
La flamante reforma supone una innovación urgente para Colombia, país que al igual que México, se encuentra ubicado a nivel regional entre las naciones con mayor número de horas laborales efectivas. El país cafetero se ubica en cuarto lugar con 41,7 horas semanales, mientras que en Sudamérica, solo es superado por Uruguay (42,1 horas). El impacto social de estas cifras en Latinoamérica, así como el camino trazado por las reformas mencionadas podrían ser factores clave para un nuevo fenómeno: un efecto dominó que conlleve a que la jornada laboral de las 40 horas semanales sea presentada como proyecto de consenso en otras naciones.